La arquitectura del producto fregadero es a la vez simple y llena de detalles complejos.
Los puntos de flexión, los radios y los componentes funcionales necesarios como el desagüe y el rebosadero son cuerpos independientes que rompen la geometría y continuidad de las superficies.
A lo largo de los años, se han ideado diversas soluciones para reinventar estos elementos. La tendencia siempre ha sido buscar la máxima limpieza formal minimizando huecos y simplificando líneas. Así, la placa rebosadero se convierte en un elemento distintivo sobre el que grabar el propio logotipo, mientras que los tapones intentan que el orificio de desagüe desaparezca de la vista.
Foster ha integrado estos elementos uniéndolos físicamente al cuerpo de la cubeta, creando un único producto, sin juntas, que respeta la continuidad del acabado satinado. Además, al eliminar los puntos más críticos donde se acumula la suciedad, la superficie se vuelve aún más fácil de limpiar.